Nosotros
Nuestra Historia
Hace 30 años, en un pequeño taller de Salamanca, nació lo que hoy conocemos como Tejados Salamanca. Todo comenzó con Manuel, un joven obrero que, tras años trabajando como aprendiz en diversas obras, decidió que era hora de dar un paso al frente y emprender su propio camino.
Manuel no era un hombre de grandes estudios, pero tenía algo mucho más valioso: una ética de trabajo inquebrantable y el deseo de hacer las cosas bien, siempre con el objetivo de brindar soluciones duraderas a las viviendas de su ciudad. Había aprendido el oficio observando a los más veteranos, aquellos que, con paciencia y dedicación, le enseñaron que un buen tejado no solo es una protección contra el clima, sino también una garantía de seguridad y tranquilidad para las familias.
Fue un frío invierno cuando todo arrancó. Salamanca estaba sufriendo una de sus peores nevadas en años y muchas casas empezaban a mostrar las debilidades de sus viejos tejados. Manuel, con unas pocas herramientas y un pequeño equipo de dos personas, decidió ayudar a los vecinos de su barrio a reparar las goteras que habían surgido. El boca a boca fue su mejor publicidad. La gente no tardó en darse cuenta de que Manuel y su equipo no solo eran rápidos y eficientes, sino que además trabajaban con una pasión que rara vez se veía. Poco a poco, comenzaron a recibir más llamadas, no solo para reparaciones urgentes, sino también para proyectos más grandes: la construcción de tejados completos y la rehabilitación de fachadas.
El trabajo duro, las manos siempre sucias y las largas jornadas dieron sus frutos. En pocos años, Tejados Salamanca había crecido tanto que ya no era solo el equipo de Manuel y sus dos amigos. Contrataron a más gente, todos formados en la misma filosofía: trabajo bien hecho y atención cercana al cliente.
Hoy, tres décadas después, la empresa sigue siendo un referente en la ciudad. Aunque Manuel ha pasado el testigo a su hijo, los valores que fundaron Tejados Salamanca siguen tan presentes como el primer día: el compromiso con el cliente, la calidad de los materiales y la pasión por un trabajo que, aunque a veces sucio y duro, es indispensable para mantener los hogares protegidos y seguros.